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Filosa y directa
Filosa la daga que empuñaba
Tu mano directa hasta mi espalda.
Tanto que ni la sentí hundirse,
tan fácil penetraba.
Mas al quitármela tanta sangre brotaba,
La ciudad en río transformada.
Meandros serpenteaban
Islotes se formaban.
Yo en ella inerte flotaba.
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